sábado, 14 de marzo de 2009

EL FIN DE LA MÚSICA

Las sociedades están vivas y sometidas a continuo cambio y, por tanto, también sus músicas. La música va ligada siempre a todas las sociedades y culturas, también por tanto a la nuestra. Por ello debemos cuestionarnos ese pensamiento de muchos de que en nuestros días la música está muerta o separada del público.

R. P. Morgan finaliza su texto a cerca de la música del siglo XX reflexionando sobre la música actual en estos términos: "el eclecticismo y la apertura que caracteriza nuestros tiempos han tenido un alto precio, pues se han pagado con la pérdida de un sistema de pensamientos y valores compartidos y con el menoscabo de ciertos intereses artísticos. La consecuencia es el aislamiento de la música respecto de la sociedad, pues carece de función en ella, función que busca a veces de forma desesperada. Todo ello no es sino el reflejo del mundo fragmentario que la genera. No parece que vaya a haber cambios a corto plazo, pues para que la música cambie, antes tiene que cambiar el mundo"[1].

Lecturas como la de Morgan pueden llevarnos a pensar que nos encontramos realmente ante una gran crisis musical y social, pero evidentemente no es así. La música no ha perdido funcionalidad, tan sólo la ha cambiado al igual que ha cambiado nuestro entorno. Tampoco puede decirse que la música esté aislada de la sociedad, pues está presente en toda manifestación social. Ni siquiera puede hablarse de aislamiento al referirnos al tipo de música “culta” occidental al que se refiere Morgan. Lo que sí es cierto es que esta música cumple ahora un papel distinto al que cumplía en siglos anteriores. Podría decirse que lo que entendemos hoy por música “culta” occidental contemporánea es una expresión artística individual, es decir, que no va vinculada a ninguna institución social ni política. Pero eso no significa que esté desprovista de función, sino que su razón de ser va en otra dirección. Quizá el compositor de las últimas décadas utilice la música más como un medio de expresión intelectual profundo e intimista que no tiene porqué resultar agradable ni hermoso, sino tan sólo expresivo, y por tanto afín a un público minoritario, pero no deja por ello de dirigirse a un público.

Probablemente, lo que ocurre es que para entender de qué forma la música de los últimos tiempos sirve a todos los ámbitos de nuestra cultura, habría que plantearse el estudio musicológico de todas las músicas (en igualdad de condiciones) que están presentes en nuestra sociedad y que por tanto cumplen un papel en ella. Es pues inapropiado acusar a la música de alejamiento o falta de funcionalidad si somos nosotros mismos los que nos estamos alejando de una gran proporción de ella. Tenemos una enorme carencia de trabajos musicológicos (analíticos, científicos y técnicos) de gran cantidad de músicas que son tachadas de inferiores por la musicología tradicional. Esta carencia nos impide conocer todas estas músicas menospreciadas y nos hace tener que conformarnos con estudios sociológicos que hablan de ellas.


[1] Montserrat Serrano Vida y Jesús Gil Corral, Profesores de enseñanza secundaria: Temario para la preparación de oposiciones, Música volumen II, Editorial MAD, S.L., 2003, Pág. 443. Morgan, Robert: La música del siglo XX. Akal, Madrid, 1994, p. 513.

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